A finales de la década de cincuenta, uno joven creador que vino de Pittsburgh que se inició trabajando al lado de Nueva York de cara a la prensa. Pero la creatividad se extendía más allá de la manufactura: empezó a diseñar botellas vacías de Coca-Cola y surtió galerías que llenaban sus reconocidas latas de sopa Campbell\'s. No estuvo a lacabeza del Pop Art, pero Warhol englobó mejor que otro en uno de los genes rebeldes y coloridos de toda generación y entró en el símbolo de dicho movimiento rebelde.
Desde Twiggy rasgando las convenciones con peina postiza y ropa patriótica durante el London of the Sixty Years hasta el futurista sillón Ball de Eero Aarnio, el arte Pop enfatizó todos los componentes de una cultura. Mas que aprender de la cultura popular, hasta se sintió incorporándose a ella en una conversación enriquecedora que marcó décadas. Sin duda, Warhol habría bebido esta relación sin rodeos entre arte y vida cotidiana.
Y por estar muy cerca, cada generatión reinve su legado Pop. El equipo creativo de su tiempo ha rescatado una visión revisionista gracias a novatos medios: si unos cuanto años después fue la publicidad y el cine la motivación, hoy la información disponible en el smartphone multicolor serve de tela para la aparición de nuevos expresiones vanguardistas y sorprendentes.
Después del éxito de su obra Viajes, Assouline da a conocer una colección que trata sobre diversos movimientos artísticos transformadores. Este rico volumen captura el perfil original del Pop con un mosaico de imágenes divididos por seis décadas, mientras revela el significado que encierran sus colores brillantes e ira sutilmente en nuestro imaginario colectivo del siglo XXI.